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TIEMPOS NUEVOS

Tardes inolvidables

Con el transcurrir del tiempo he olvidado los nombres de mis profesores y el de las asignaturas que cursé, algunas reprobadas y abandonadas, mas con la promesa de volver algún día y remediar todo el mal provocado en el pasado.

Hace unos días mientras leía los titulares de los periódicos, costumbre que tengo desde mi infancia, me percaté de una señora que me miraba de reojo, y antes de poder reconocerla; ella, sumamente emocionada, pronunció mi nombre y apellido, yo , totalmente sorprendido, apenas pude decir: ¡Profesora, me recuerda aún!, ¡claro, a ti y a tus compañeros que son tan ingratos! me contesto y se le veía tan contenta de verme, seguramente tan cambiado y tan distinto al escolar que ella cobijo en esas tristes aulas donde tan horribles momento viví. 

No sé el nombre de la profesora ni el curso que me enseño o simuló enseñar, pues los recuerdos de mis tiempos estudiantiles son las horas de salida, cuando junto a mis compañeros, de clase, abandonabamos las aulas y a los estúpidos profesores, en busca de esa libertad que las paredes rojiamarillas nos negaban todas las mañanas, de lunes a viernes, de ocho a una y de abril a diciembre; para ir hacia el barrio y nuestras casas en busca de las verdaderas tardes inolvidables.

Esas tristes y horribles paredes rojiamarillas muchas veces fueron sorteadas para escapar a la calle y jugar un partidito de futbol o caminar felices por los parques y jardines sin ningún control docente.

Ha pasado el tiempo y lo que recuerdo de la secundaria son los momentos fuera del aula y del colegio; pues lo que me queda de las aulas y el colegio mismo, es la pésima educación que nos tocó recibir.

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